Los lugares ya no existen, sí los espacios en la bella ciudad que destierran.
Sólo será mío el recuerdo y de quienes allí estuvieron, de lo que la memoria no borre y transforme en un pasado tan remoto como húmedo.
Ya no existe el pasto que crecía hasta las rodillas si no nos ocupabamos de contenerlo ni el árbol que besaba cada mañana antes del colegio, ni las enredaderas que usabamos como trampolines para a-saltar los frutos, ni el subterráneo, ni el gran portón café, ni el abuelo en el cuarto oscuro.
Todo ahora es hormigón.
To do a ho ra es hor mi gón.
Sólo será mío el recuerdo y de quienes allí estuvieron, de lo que la memoria no borre y transforme en un pasado tan remoto como húmedo.
Ya no existe el pasto que crecía hasta las rodillas si no nos ocupabamos de contenerlo ni el árbol que besaba cada mañana antes del colegio, ni las enredaderas que usabamos como trampolines para a-saltar los frutos, ni el subterráneo, ni el gran portón café, ni el abuelo en el cuarto oscuro.
Todo ahora es hormigón.
To do a ho ra es hor mi gón.
1 comentario:
hay por acá tanto la vista a la cordillera como al pueblo como a unos agujeros negros que escancian al mar como plumas recónditas,(o escancian el mar con espumas recónditas) y tu sexo recóndito y africano y todas las camas impregnadas, todas en lo suyo como un tour de amor o de mesa servida, de comer alimentos y hacer brillar la luna de cartón piedra cuyo brillo es ese mismísimo sudor refulgente, contigo el pollo sabía delicioso...
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