viernes, marzo 27

Santiago

A cuestas con mi ciudad.
Mi ciudad ofendida llena de posters
y olores de estado que la desperdicia,
que la usa para sólo darle uso.

Calles Santiaguinas, dónde mis piernas
conocieron correr, milicos escondidos
en calles casi oscuras, sólo ojos de niños con fusiles
para cuidar las estrategias que hoy entiendo.

Calle Ejército número 333.
Las vecinas por la ventanas de los edificios erigidos entre tanta bella casa familiar de principio de siglo, yo caminé por las calles en que un tiempito atrás anduvo Gabriela Mistral, miré de cerca a Pinochet cuando pasaba con su carroza fúnebre, celebrando sus muertes, fiestas militares en el Parque O'higgins. Vi al papa en su oficial visita por esas mismas calles católicas y blindadas, Aylwin, Frei y los estafadores vendidos de la concerta, politiqueros falsos tb tras las megafiestas del No. Año 88 y la bandera era más grande que yo en proporciones abismantes, pero las manos de mis padres la llevaban con la ilusion que despúes se les fue de la mirada, esa felicidad de niña en una concentración nunca más vivida, calle Alameda, Paseo ahumada, guanacos y pacos osados sin insignias con uniforme mirada de represión sin preocupación de niñas y niños que habitamos ese terror. Sta Isabel con Portugal, mi tía y su piano sonaban de esquina a esquina, como los aplausos que venian de las distintas direcciones donde la musica recorría hasta los oídos intrapersonales. Danza, piano, música en el aire., empanadas calientes chorreantes, risas, abuelos y tíos, las primas. Mis dedos y su piano, tecleo místico, tecleo suave y dialéctico, mis dedos nunca han olvidado ese cándor. Desaparecieron la casa cuando llegaron con las herramientas adecuadas para ensanchar las calles y achicar el pudor de las gentes para ser mirada desde arriba en enormes edificios que ahora subsisten en el sector. San diego y sus plazas, paseo obligado, hermoso, la iglesia más terroriíica donde fue despúes velado en mortaja negra el hombre con manos de cámara fotográfica, mi abuelo. Sector del círculo de periodistas gráficos, dónde orgulloso nos llevaba de la mano a jugar dominó con los viejos cuentacuentos, fotografia hablada, flashes de risas, bebidas y paseos a la playa, en esas mismas calles se le acabó la vida, sólo, caminando en una madrugada fría, Torrente es calor.
A mi Santiago lindo hoy lo afean, yo lo miro de niña y no puedo más que quererlo, seré una abuela con cosas que no podré probar, por que ya no existen ciertas paradas de tiempo en el tiempo, detenerse e imaginar la plaza que hoy es un corredor para autopista. Como querer mirar mi casa en ese espacio, la casa que me curtió la emoción, con sus recovecos del terror, tan, tan grande, llena de puertas y escaleras, como la de Fausto. No he visto ninguna más así, ya no existe. Cayó entre los pedazos de recuerdos familiares que aún nos protegían en ese momento. Cayó digna, no queriendo, guardándose tras las puertas, avergonzada por el ruido taciturno que emitia tras cada embestida . Nadie pensó en el árbol ni en el gatito familiar que plantamos, nos sacaron las raíces y despojados ya de eso tuvimos que caminar, así como un lento tráfico, como esta mañana de travesura linguistica. Al señor Nicanor Parra le agradezco su risa la lectura y su cama donde mi cuerpo reposó. Saludos a Santiago de mi parte cada vez que esten ahí.




3 comentarios:

Fd T dijo...

la suertecita de Nicanor Parra...

haberte visto en esa casa, torrente es calor, haberte visto como a través de las fotos de tu abuelo o tu padre o tuyas y tus letras ahora que ejercitan la memoria...

nayato31 dijo...

que profundudad en tus palabras vienen a mi mente los mas increibles recuerdos de ejercito 333


lorena baez ricouz

nayato31 dijo...

FELIZ AÑO HERMANA QUERIDA QUE ESTE AÑO SEA DE MUCHAS BENDICIONES JUNTO A TUS MAS QUERIDOS BESOS