domingo, septiembre 7

inuTiliDaD














Con un puñado de estrellas salía de la celda
cobraba su guita, nadaba el océano de piel para llegar.
No había música que sus ojos no oyeran
y su lengua torrentosa cambiaba de piel para saberse.
Reía cada vez menos, pero sabía que estaba bien eso
Reía cuando era necesario, la perdida de tiempo era tal
que no subía las escalas, sólo las bajaba.
Mañana es Lunes, pensaba. Y despúes Martes.
Para qué el tiempo? decía. Se reían.
Cada mañana querer dormir dos minutos más
cada mañana levantarse un minuto antes, no sé.
Al final hacer lo que la disposición enseñaba, creer, creer, creer.
Juraba hacerlo. Su oído registraba otros gritos alertas.
No soy nadie, no soy nada...

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