Ahora ella va en la micro santiaguina con la ilusión bajo el brazo.
Como nueva que es, como nueva se siente.
No solo el deseo es quien la salva, quien la vive, quien la integra,
podría yo decir tantas cosas de ella, más mi silencio contruye su ser
para que su amor irreverente llene sus pulmones, salidos del humo
para que su amor nacido en las sabanas blancas fornicadas sea quien la dirija.
Nadie más. Solo ella. Ella lo sabe.
Yo miro su desgarro. Sonríe, nada más se puede hacer.
Espero las noches, esas en que llega su cuerpo cada vez más de ella,
cada vez más su beso sabe donde posarse para que mi deseo se prenda,
como quien teclea una tecla.
Cada vez más sus manos saben la caricia que retuerce mi cuerpo.
Y sus labios , y sus pies, su sudor y sus letras, todo ahí, relámpago,
secreta era tu luz brillante, Diamante, diamante, Diamante!.
Afortunada soy definitivamente.
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